El colegio de nefrólogos de México requería con urgencia una renovación, ya que desde la década de los 80 no se habían realizado modificaciones significativas en sus instalaciones. La distribución existente resultaba poco funcional para las actividades diarias, limitando la comodidad y eficiencia necesarias para su uso cotidiano. Además, los materiales empleados en aquel entonces no solo habían quedado obsoletos, sino que también ya no estaban acordes con las tendencias actuales en diseño y funcionalidad.

La propuesta de intervención tiene como punto de partida la funcionalidad diaria del espacio, especialmente en atención a las dos personas que lo utilizan de manera constante. Para ello, se optó por la aplicación de materiales “atemporales” que garantizan durabilidad y estilo, así como por una nueva distribución que no solo mejora la jornada laboral de quienes trabajan aquí, sino que también optimiza el espacio para las reuniones esporádicas de los miembros del colegio. El diseño busca modernizar las instalaciones y adaptarlas a las necesidades actuales.